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EDITORIAL:
Por: la Redacción de Todo en el Punto.
La muerte de Miguel Ángel Coronado, un joven cristiano de apenas 23 años, asesinado a balazos luego de salir de un culto en Santo Domingo Este, no es solo una tragedia familiar: es el retrato doloroso de un país que pierde, día a día, su paz y su humanidad.
Un hombre de fe, un padre amoroso y un ciudadano ejemplar fue abatido sin motivo, sin robo, sin palabra alguna. Simplemente porque la violencia anda suelta, armada y sin freno.
Cuando la violencia se hace rutina
Nos estamos acostumbrando —y eso es lo más grave— a leer titulares que comienzan igual: “Fue asesinado un joven…”. Las calles se han vuelto terreno de nadie, y el miedo se ha instalado en los hogares dominicanos como un huésped permanente.
Lo que antes ocurría en rincones marginales hoy sucede frente a templos, escuelas y parques. Ya no existen “lugares seguros”. Ni siquiera salir de una iglesia garantiza el regreso con vida.
La impunidad y la ausencia de presencia policial efectiva en zonas vulnerables, como Ensanche Ozama o Ciudad Juan Bosch, han permitido que bandas, delincuentes y sicarios operen con libertad. Las promesas de “mano dura” se quedan en discursos mientras las familias siguen enterrando a sus hijos.
Una advertencia al Estado y a la sociedad
Este crimen debe servir como campanazo de alerta para las autoridades nacionales. La inseguridad ciudadana se ha convertido en el principal problema del país, por encima del costo de la vida o la corrupción.
No basta con operativos temporales ni con comunicados de prensa. Se requiere una política integral y sostenida, donde la prevención, la inteligencia policial y la acción judicial funcionen como un solo cuerpo.
Pero también la sociedad debe asumir su parte. No podemos seguir normalizando el delito ni justificando el silencio. Las comunidades deben organizarse, denunciar, vigilar sus entornos y exigir respeto a la vida. Las iglesias, escuelas y juntas de vecinos pueden ser bastiones de educación y alerta, no solo de oración y lamento.
Propuestas concretas
Desde este medio, proponemos al Gobierno y a las autoridades municipales:
1. Reforzar la presencia policial en zonas críticas de Santo Domingo Este, con patrullaje real, no simbólico.
2. Instalar cámaras de seguridad comunitarias en avenidas y calles estratégicas, integradas al sistema 9-1-1.
3. Implementar programas de prevención juvenil con apoyo de las iglesias y centros educativos, para alejar a los jóvenes del crimen y las drogas.
4. Revisar el control de armas de fuego, endureciendo las sanciones por porte ilegal y tráfico de armas.
5. Activar campañas de civismo y valores, donde la vida, la empatía y la fe sean presentadas como pilares del futuro nacional.
Una vida que no puede quedar en el olvido
Miguel Ángel Coronado no era un delincuente, ni un político, ni una figura pública. Era un ciudadano más, un padre de familia que volvía del templo con la esperanza de un mejor día. Su sangre clama justicia, pero también clama conciencia.
Que su muerte no sea una cifra más. Que sirva para despertar al país de esta peligrosa anestesia moral que nos hace mirar hacia otro lado mientras la violencia nos roba el alma.
La República Dominicana no puede resignarse a vivir con miedo. La fe debe volver a caminar segura por las calles, y la vida debe volver a tener valor.
Todo en el Punto: Comprometidos con la verdad, la justicia y la vida.
